Lázaro y sus dos hermanas, Marta y María, formaban una familia muy amada por Jesús. Vivían en Betania, y Jesús los visitaba con frecuencia. Un día este hogar fue golpeado por la enfermedad: Lázaro, gravemente enfermo, estaba en peligro de muerte. ¡Necesitaban a Jesús! Pero él no estaba allí, por eso las dos hermanas le enviaron urgentemente un mensaje: “El que amas está enfermo” (Juan 11:3).
Marta y María acudieron a Jesús cuando Lázaro aún estaba vivo, pero el Señor no fue inmediatamente, sino que se quedó dos días más en el lugar donde estaba, y mientras tanto Lázaro murió. ¿Por qué Jesús tardó en ir?
Cuando todos estaban preocupados, Jesús mantuvo la calma. ¿Era indiferente o insensible? No, pero sabía lo que iba a pasar. La gloria y el poder de Dios serían revelados cuando Lázaro se levantara de la tumba, resucitado por Jesús.
Como Marta y María, solemos preocuparnos mucho en situaciones difíciles. Pensamos que el Señor no va a intervenir, o que lo hará demasiado tarde, a pesar de nuestras oraciones… ¡Jesús nunca olvida a ninguno de los suyos! Él conoce las circunstancias de nuestra vida, ¡confiemos en él! En su momento actuará según sus “pensamientos de paz” (Jeremías 29:11). Para cada uno de los suyos, “bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37), aunque su respuesta pueda ser diferente a la que esperábamos. ¡Quizás lo entenderemos mucho más tarde!
2 Crónicas 32:1-19 – 2 Corintios 5 – Salmo 106:1-5 – Proverbios 23:15-16