La luna necesita 28 días para dar una vuelta alrededor de la tierra, y durante este tiempo también gira sobre sí misma, como un trompo. Así que siempre presenta la misma cara a la tierra. Para nosotros existe, pues, el lado visible y el lado oculto. Desde que los satélites fueron enviados, se han tomado fotos de este lado invisible para el hombre.
¿No hay también un lado oculto en mi corazón, invisible para los demás, pero visible para Dios? Es como un secreto entre Dios y yo. Nadie, ni siquiera mi cónyuge o mis hijos, conoce plenamente la realidad de mi relación con Dios. No puedo describirla a los demás, pero Dios la ve perfectamente y la tiene en cuenta.
Aunque la cara oculta de la luna no es visible desde la tierra, el sol ilumina todos los puntos de esa cara durante 14 días, y luego permanece en la sombra durante el mismo número de días. Hagamos nuevamente un paralelo con nuestra relación con Dios. A veces el lado oculto de mi corazón está a la luz de Dios, quien lo ilumina y lo anima. Esto sucede cuando leo la Biblia con atención; y siendo ella la Palabra de Dios, su mensaje tiene pleno impacto en mi corazón y en mi conciencia. Si la leo superficialmente, o no la leo, ni oro, entonces ese lado oculto de mi corazón permanece en la sombra. Solo Dios lo sabe, porque los hombres se fijan en las apariencias. Pero puedo volver a Dios, mi Padre, y decirle qué ha causado una sombra entre él y yo. E incluso si estoy preocupado y no sé por qué, puedo abrirle mi corazón por medio de la oración.
2 Crónicas 25 – 1 Corintios 15:1-28 – Salmo 104:19-26 – Proverbios 22:29