«El incendio de la catedral de ocho siglos de antigüedad ha provocado mucha conmoción en todo el mundo. Más allá del símbolo religioso, Notre-Dame se considera el corazón de Francia y de la cultura europea. ¡El espíritu del monumento sobrevivirá!».
Así comentaba un periódico el incendio de la catedral Notre-Dame de París en 2019. ¿Qué provocaba tal conmoción? ¿La ruina de un famoso edificio histórico, o la destrucción de un centro religioso que recordaba las raíces cristianas del país?
Cualquier edificio puede servir como lugar de reunión para los creyentes: una catedral, un templo, una simple sala de reuniones… Pero el Dios Altísimo “no habita en templos hechos por manos humanas” (Hechos 17:24), sino en el corazón de los creyentes. Por naturaleza somos indignos de su presencia, pero él quiere hacernos justos mediante la fe en Jesucristo, para que podamos acercarnos a él. Incluso quiere habitar en nosotros, los creyentes. “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16). ¡Es un edificio espiritual que no puede ser destruido! “Sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:22). ¡Es Jesucristo quien lo construye! Él dijo: “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). ¡Vale la pena buscar lo que Dios revela sobre este tema en la Biblia!
“Respondió Jesús y le dijo: el que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23).
2 Crónicas 21 – 1 Corintios 12 – Salmo 103:19-22 – Proverbios 22:22-23