En la vida cotidiana nos miramos en el espejo para comprobar que nuestra vestimenta o apariencia sea aceptable, y si es preciso, hacemos los arreglos necesarios.
El mismo principio se aplica a la vida espiritual. Nuestro espejo es la Palabra de Dios, la Biblia. Ella describe lo que por naturaleza somos capaces de hacer o pensar. Nos enseña lo que está de acuerdo con la voluntad de Dios y lo que no es conforme a ella. El Nuevo Testamento nos habla de Jesucristo. Leer la Biblia es escuchar a Dios. Él habla a nuestro corazón y a nuestra conciencia.
El profeta Natán utilizó la historia de la oveja del pobre, robada por el rico, para tocar la conciencia de David, el rey que había pecado gravemente tomando la mujer de otro (2 Samuel 12:1-7). Natán tuvo que decir a David: “Tú eres aquel hombre”. El mensaje de la Palabra de Dios nos muestra lo que honra a Dios en nuestras vidas, y nos anima a perseverar en ello. También nos muestra lo que está mal, y nos da herramientas para dejar de hacerlo.
Le sugerimos leer un corto libro de la Biblia, muy actual: la epístola de Santiago. Pidamos a Dios que nos ayude a escuchar atentamente lo que nos dice, para que de forma espontánea, sin presión, pongamos en práctica lo que él nos revela en su Palabra.
Los siguientes 8 mensajes sobre la epístola de Santiago nos permitirán conocer el pensamiento de Dios acerca de las actitudes o comportamientos que se manifiestan entre nosotros, los creyentes.
2 Crónicas 17 – 1 Corintios 9 – Salmo 102:23-28 – Proverbios 22:15