En la parábola del rico y Lázaro, Jesús levantó el velo sobre el más allá (Lucas 16:19-32). El rico murió y fue enviado al “lugar de tormento”. Cuando se dio cuenta de que su desgracia era definitiva, quiso que advirtiesen a sus cinco hermanos, que aún estaban vivos en la tierra, para que ellos no fuesen también a ese terrible lugar.
La respuesta fue extremadamente seria: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”. El rico insistió, pero se le respondió que si alguien no creía “a Moisés y a los profetas” (en ese tiempo, la parte escrita de la Biblia, el Antiguo Testamento), ¡tampoco creería aunque alguien se levantase de los muertos!
A veces oímos decir: “Nadie ha vuelto del más allá…”. ¡Esto es falso! Jesús murió, pero resucitó y se presentó vivo varias veces a los suyos (1 Corintios 15:3-8). Su testimonio fue ampliamente difundido. Sin embargo, muchos rechazan este hecho extraordinario de la resurrección de Jesús. Desde hace cerca de 2000 años, a pesar de las pruebas de esta resurrección, los hombres siguen resistiendo a la verdad. Así confirman que esta parábola de Lucas 16 corresponde a la realidad.
No esperemos pruebas que vengan de otro mundo, o milagros extraordinarios, para creer la Palabra de Dios. La Biblia es formal: aceptar humildemente lo que Dios dice en las Sagradas Escrituras nos conduce a la salvación. Leamos, pues, la Palabra con fe; así estaremos totalmente seguros de nuestro futuro eterno.
Levítico 18 – Romanos 14 – Salmo 68:28-35 – Proverbios 16:31-32