“¡Usted dice que la Biblia es la palabra de Dios, pero fueron los hombres quienes la escribieron!”.
¡Qué pena! La persona que me dijo esto se fue tan rápido que no pude responderle. Me hubiese gustado decirle dos cosas:
1. Sí, estoy de acuerdo con usted, la Biblia fue escrita por hombres (como lo muestra el primer versículo citado hoy), pero bajo la dirección del Espíritu de Dios. Dios empleó a escritores fieles como instrumentos para escribir su Libro, al igual que una secretaria escribe lo que su jefe le dicta. Por ejemplo, en lo relacionado con las instrucciones divinas para construir el templo en Jerusalén, el rey David declaró: “Todas estas cosas… me fueron trazadas por la mano del Señor” (1 Crónicas 28:19).
2. También le hubiese preguntado cómo, según él, se reconoce un buen medicamento. Un buen medicamento es el que actúa y cura. Esto fue lo que experimentaron todos los que encontraron, en la Biblia, la respuesta a las necesidades de su corazón. En sus páginas hallaron a Jesucristo, quien libera del pecado. Pues el pecado llena el mundo y está en cada uno de nosotros. Antes me sentía triste, inquieto, pero ahora me siento libre y lleno de la paz que Dios da. Entonces, no necesito otra prueba para saber que la Biblia es lo que dice ser, es decir, la Palabra de Dios. Como Palabra viva, ella actúa con poder en el corazón del creyente.
2 Crónicas 7 – Lucas 24:36-53 – Salmo 98:1-3 – Proverbios 21:29-30