“Ester” es el nombre de un corto libro de la Biblia. Posee la característica de no mencionar el nombre de Dios, cosa muy extraña en la Biblia. Es el único libro que nos muestra al pueblo de Dios, castigado por él, cautivo en un país extranjero, sin mencionar su regreso. Sin embargo, esta particularidad nos interpela: ¿Acaso este libro no muestra la imagen del mundo actual, del cual el Dios creador está totalmente excluido? Y la vida continúa, sin que nadie se preocupe por lo que Dios piensa. Pero desde el cielo él controla todo.
Este mundo cree que el hombre es dueño de su destino. Se dice que la humanidad “por fin” se ha liberado de Dios. También se dice que el hombre es bueno, que es capaz de lo peor, es cierto, pero también y, sobre todo, de lo mejor. Y que los innegables progresos sociales serían la prueba de ello. Así, en muchos países “no se obliga a nadie”, cada uno hace lo que le place y puede escoger entre multitud de placeres. Como si esta supuesta libertad, a menudo acompañada de pretendidos placeres, pudiese ocultar los desastres presentes en el mundo, cuya responsabilidad es totalmente humana.
El libro de Ester debería servirnos de advertencia: después de una gran fiesta, el rey mencionado allí tuvo que enfrentar un probable atentado. El mundo de hoy no tendrá una mejor suerte. Un día, la ilusión de alegría dará lugar a los juicios. El mundo sigue su rumbo… hacia su perdición. Pero cada ser humano puede optar por una vida con Dios, deteniéndose para escuchar y aceptar a Jesús, el Salvador del mundo.
1 Crónicas 18 – Lucas 15 – Salmo 90:13-17 – Proverbios 20:25-26