La Buena Semilla: Viernes 26 Diciembre
Viernes
26
Diciembre
(Jesús dijo:) El que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba del Padre.
Juan 8:26-27
El oído de Cristo (1)

Tres textos del Antiguo Testamento hablan en sentido figurado del oído de Cristo. Cada uno evoca una etapa de su vida.

– Su nacimiento está anunciado en el Salmo 40:6-8: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos (orejas); holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. El lenguaje hebreo es gráfico: en la primera traducción griega del Antiguo Testamento (conocida como la Septuaginta), utilizada por el autor de la epístola a los Hebreos (10:5), la expresión “has abierto mis oídos” fue traducida por “me preparaste cuerpo”. Cristo, anunciado ya en el libro del Génesis, se presenta para responder al problema del pecado, problema que los sacrificios de animales nunca pudieron resolver. Y Dios le abrió las orejas al formarlo en el vientre de María: él es plenamente hombre.

– La segunda mención del oído (oreja) evoca su obediencia, su comunión con Dios, su vida de oración: “Despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. El Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde” (Isaías 50:4-6). Durante su vida de servicio, Jesucristo siempre mantuvo una estrecha comunión con su Dios y Padre. Se levantaba e iba a un lugar desierto para orar antes del amanecer (Marcos 1:35). Su ejemplo nos anima a despertarnos al son de la Palabra de Dios, y a orar.

(continuará mañana)

Zacarías 11 – Apocalipsis 19:1-10 – Salmo 147:7-11 – Proverbios 30:29-31