Al final del camino de Jesús en la tierra, aún vemos la intervención de los ángeles:
– Poco antes de su muerte en la cruz, lleno de angustia al saber lo que le esperaba, un ángel enviado por Dios vino a fortalecerlo.
– Jesús murió, su cuerpo fue puesto en una tumba, una enorme piedra cerraba la entrada. Los ángeles fueron los primeros testigos de su resurrección. Un ángel removió la piedra y se sentó sobre ella. Comunicó a las atemorizadas mujeres que Jesús ya no estaba allí, que había resucitado (Mateo 28:2-7). Más tarde María Magdalena, que se había quedado sola junto al sepulcro, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles “sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto” (Juan 20:12). El cuerpo ya no estaba en la tumba.
– Jesús acababa de ascender al cielo en una nube; había desaparecido a la vista de los discípulos. Entonces los ángeles, en forma de dos hombres vestidos de blanco, les dijeron que Jesús volvería de la misma manera (Hechos 1:10-11).
Los ángeles estuvieron, pues, presentes antes y después del ministerio público de Jesús. Estaban allí como testigos, viniendo del cielo. El apóstol Pedro dice que ellos deseaban “mirar” las cosas maravillosas concernientes a los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos (1 Pedro 1:11-12). Pero son los hombres, no los ángeles, quienes se benefician de la venida de Jesús, el Hijo de Dios, a la tierra, y de su obra salvadora hecha en la cruz. ¿Estamos atentos a esto?
Zacarías 8 – Apocalipsis 17 – Salmo 146:8-10 – Proverbios 30:21-23