– El rey David quería construir un magnífico templo para Dios. Pero Dios confió la realización de este proyecto a su hijo Salomón, no a David. Sin embargo, la intención de David, inspirada por su amor a Dios, agradó al Señor, quien le dijo: “Bien has hecho en tener tal deseo” (1 Reyes 8:18).
– Mucho tiempo después, algunas mujeres asistieron al entierro de Jesús. Pero como era la víspera del sábado, día de reposo, descansaron ese día, conforme a la ley. Cuando pasó el sábado, al amanecer del domingo, fueron a la tumba para embalsamar el cuerpo de Jesús. Pero era demasiado tarde… La tumba estaba vacía: Jesús había resucitado. ¿Fue inútil el esfuerzo de estas mujeres que amaban al Señor? No. Así pudieron anunciar su resurrección a los discípulos. Su intención era buena, aunque no tuvo éxito.
– En la vida cristiana, a veces parece que ciertos proyectos importantes para nosotros son un fracaso: hacemos un largo camino para visitar a un amigo hospitalizado, pero él no está en su habitación, nos cancelan una invitación en el último momento…
A veces nos sentimos desconcertados. ¿Gastamos nuestro tiempo y energía para nada? Quizá nos hayamos equivocado, pero el motivo que nos hizo actuar no ha escapado a Aquel que sondea los corazones y las mentes. Un paso aparentemente inútil tiene su valor para quien aprecia, no el resultado visible, sino los motivos interiores. “El Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Eclesiastés 10-11 – Apocalipsis 4 – Salmo 140:1-5 – Proverbios 29:19-20