Tolstoi dijo: «Si un hombre no tiene fe, se halla en la situación más peligrosa del mundo». Este escritor sabía lo que la Biblia dice: “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).
La fe es la confianza en Dios, como la que tiene naturalmente un niño con sus padres. Esto nos interpela. Dios nos habla, y basta con decir sí al Señor que nos invita: “Venid a mí” (Mateo 11:28), “creed también en mí” (Juan 14:1). La fe consiste en creer lo que Dios dice. Es obedecer su Palabra y tomar sus promesas al pie de la letra.
Cierto día, cuando Napoleón pasaba revista a sus tropas, su caballo se desbocó. Un soldado raso saltó y agarró la brida del caballo. Así lo detuvo en seco.
–Gracias, capitán, exclamó el emperador agradecido.
–¿De qué regimiento, señor?, preguntó el soldado.
–En mi guardia personal, respondió Napoleón, divertido, mientras se alejaba. Entonces el soldado se acercó a los oficiales.
–¿Qué hace aquí?, dijo uno de ellos.
–Soy capitán de la guardia personal del emperador.
–¿Con qué derecho?
–El emperador me lo dijo.
Este soldado había tomado la palabra al emperador.
La fe es creer la Palabra de Dios y recibir a su Hijo Jesucristo en mi corazón y en mi vida.
Eclesiastés 6-7 – Apocalipsis 2:1-17 – Salmo 139:7-12 – Proverbios 29:13-14