¿Quién no ha soñado con un mundo mejor, sin injusticia, sin miseria ni violencia?
Muchos trabajan con este objetivo, y hacen grandes esfuerzos para erradicar la pobreza o para crear un clima de paz y entendimiento en su entorno, incluso entre los pueblos. Pero a medida que la historia de la humanidad avanza, el balance es cada vez más decepcionante; por desgracia, no hemos progresado. El tan anhelado mundo mejor parece alejarse, en lugar de acercarse. Aunque los avances de la ciencia son evidentes, ¿dónde estamos en términos de paz y justicia? Los conflictos y la inseguridad no disminuyen, y la pobreza de pueblos enteros aumenta.
Hace dos mil años el mundo rechazó el remedio que Dios propuso enviando a Jesucristo. Él habría sido la solución a los problemas de la humanidad. Pero los hombres, en su maldad, se deshicieron de él crucificándolo. Así el mundo sigue luchando con problemas cada vez más complejos.
La Biblia no presenta una solución global para salvar a la humanidad antes de los juicios apocalípticos, pero Dios invita a cada uno a volverse a él personalmente, aceptando a Jesucristo como su Salvador. Así él transformará su corazón y le dará una nueva vida.
¿Ha aceptado esta invitación?
“Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:9-10).
Eclesiastés 1:1-2:11 – Santiago 4 – Salmo 138:1-5 – Proverbios 29:7-8