Un incendio destruyó varias casas del pueblo, dejando algunas familias sumidas en la desolación. Se ignora la causa del incendio. Pero se sabe que la bomba del pueblo no funcionó, a pesar de que el alcalde había considerado oportuno poner el siguiente aviso: Por favor, limpien la bomba antes de cada incendio…
Esta torpeza nos hace sonreír. Sin embargo, en contraste, esto me recuerda el sabio consejo de un cristiano mayor que instaba a sus jóvenes oyentes a aceptar a Jesucristo como su Salvador, a fin de que estuvieran preparados para encontrarse con Dios.
– ¿Cuándo debemos prepararnos?, preguntó uno de ellos.
– Un día antes de su final sería suficiente. Pero como nadie puede predecir el día de su muerte, solucione este asunto ¡hoy mismo!
El llamado de Dios es a ir a él “hoy”. Hoy soy un pecador. Hoy Jesús quiere salvarme.
¿Mañana? Esta es la palabra de la negligencia, de la indiferencia, del mundo virtual… “No sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).
“No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios 27:1). ¡No espere a mañana!
Hoy Jesús te llama. Su gracia es un don gratuito.
Él juzgará al rebelde que rechace su perdón.
Vuelve al Dios que perdona, encontrarás la felicidad. ¡Dios no rechaza a nadie! Él es el Dios Salvador.
Job 38 – Colosenses 4 – Salmo 136:1-9 – Proverbios 28:27-28