«La sociedad, sea marginal o no, está tan empobrecida espiritualmente que solo tiene como único remedio el veneno. En la droga pensé hallar la forma de conocer lo sobrenatural: experiencia psicodélica, misticismo hindú, vida irracional, y por último viajé a la India. Pero nuevamente sentí la angustia, una total desesperación… ¡y solo tenía 20 años! Pensé que Dios estaba muy lejos, ¡pero no era así! Estaba muy cerca de mí, me estaba buscando. Había llevado conmigo una Biblia hasta la India; una mañana, leyéndola, las palabras de Dios, escritas como para mí, atravesaron mi angustia y mi corazón: “Yo habito… con el quebrantado y humilde de espíritu… Él siguió rebelde por el camino de su corazón… Pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados” (Isaías 57:15, 17-18).
Este pasaje del profeta Isaías resplandeció en mi corazón. Me reveló mi estado de perdición, pero al mismo tiempo la gracia de Dios. Fue un real cara a cara entre él y yo. La revelación del amor de Jesucristo, el Hijo de Dios que murió por mis pecados, y resucitó mediante su gran poder para justificarme, cambió todo para mí.
¡Sí! Fue un giro repentino, todo cambió: mis opiniones, mis formas de actuar… Entonces Dios dio a mi vida su verdadero sentido, y me reveló el objetivo para el cual me había creado. ¡Es extraordinario! Puedo asegurar que con Dios como guía la angustia desaparece y el vacío es colmado».
Números 1 – 1 Timoteo 1 – Salmo 72:12-20 – Proverbios 17:19-20