“La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, solo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio, solo el amor puede hacerlo”. Estas palabras de Martin Luther King nos llaman la atención. En este mundo donde vemos con tristeza que la mentira responde a la mentira, el odio al odio, la violencia a la violencia, nos convendría poner en práctica estos principios. Pero, ¿quién puede quitar la oscuridad? ¿Quién es capaz de amar a su enemigo? Solo hubo Uno capaz de hablar de amor y perdón cuando era condenado injustamente, cuando sus enemigos le ocasionaban los más crueles sufrimientos. ¡Fue Jesucristo!
Durante su vida en la tierra enseñó a las multitudes, diciendo: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues… Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:27-31). Jesús no solo enseñó estas cosas, sino que también las puso en práctica. Condenado a muerte injustamente, sufriendo el martirio, clavado en una cruz, oró pidiendo perdón para sus verdugos.
Nuestros pecados son una ofensa a Dios. Pero el perdón y la vida divina son ofrecidos a todos. ¿Somos conscientes de la necesidad de reconciliarnos con Dios? Jesucristo hizo todo lo necesario para ello. ¡Solo basta que cada uno lo crea!
Levítico 20 – Romanos 15:14-33 – Salmo 69:9-18 – Proverbios 17:1-2