Lot, huérfano, fue acogido por su tío Abraham, un hombre de fe (Génesis 11:27-31). Lot también creía en Dios, como lo atestigua el apóstol Pedro, quien lo llama justo. Sin embargo, se alejó progresivamente de Dios.
Se había deslumbrado por las riquezas de Egipto, y se dejó llevar por ellas hasta establecerse en un lugar codiciable: “Alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto del Señor, como la tierra de Egipto”. Entonces eligió vivir en la llanura, en la comodidad del mundo de la época. Y más grave aún, se instaló
¿A qué carrera aspiramos? El mundo deslumbrante y lleno de pecado, ¿tiene tal dominio sobre nuestros corazones que lo dedicamos todo a él, en lugar de vivir para Dios y estar cerca de Él? Todavía es posible cambiar de rumbo. ¡Tomemos la mano tendida de nuestro Salvador!
1 Crónicas 11 – Lucas 12:1-21 – Salmo 89:19-27 – Proverbios 20:14-15