“(Dios) todo lo hizo hermoso en su tiempo… sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Eclesiastés 3:11). Investigadores y filósofos se cansan elaborando hipótesis para explicar qué hizo Dios. Esas teorías tratan de retroceder en el tiempo hasta unas mínimas fracciones de segundo después de esa famosa “explosión”, el Big Bang, que sería el origen del universo. Curiosamente es como si esas hipótesis chocasen contra una pared; ellas no pueden explicar lo que sucedió justo en esos instantes.
El hombre no puede comprender la obra de Dios.
Para el creyente, ¡cuán elocuente es la Palabra de Dios en su simplicidad! “Lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (versículo de hoy). “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). “Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos” (Salmo 33:6). “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1). ¡Qué majestuoso testimonio de sabiduría y de poder! Pero, si lo único que está en juego es la razón del hombre, ese testimonio permanecerá sin efecto, como cualquier otro conocimiento. Por su medio nos revela no solo las obras de Dios, sino a Dios mismo, si lo recibimos por la fe.
¡Para el creyente ya no hay pared! Dios se reveló no solo mediante la creación, sino aún mejor: en la persona de su Hijo Jesucristo y a través de las Sagradas Escrituras, la Biblia.
Sofonías 1 – Tito 3 – Salmo 109:6-19 – Proverbios 24:15-16