Dios, que es rico en misericordia… aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).
El Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo.
La historia de Mefi-boset, mencionada ayer, nos ayuda a comprender la gracia divina. Estas son algunas de sus características:
– La gracia es soberana. Nada obligaba al rey David a preocuparse por los descendientes de Saúl, quien lo había odiado.
– La gracia se dirige a los que no merecen nada, y brilla aún más cuando el beneficiario es indigno. Nieto de Saúl y cojo, Mefi-boset no tenía ningún mérito para hacer valer ante David.
– La gracia actúa en pleno conocimiento de causa. David no ignoraba el origen y la discapacidad de Mefi-boset. Por lo tanto, este podía estar tranquilo. ¡David sabía muy bien quién era aquel a quien invitaba a su mesa!
– La gracia da gratuita y abundantemente. David mandó traer a Mefi-boset, lo colmó de bienes y le dio un lugar de honor. Todo esto sin esperar nada a cambio. (Pretender pagar algo que nos es dado es una ofensa al dador).
– La gracia echa fuera el temor y produce confianza. El nieto de Saúl se presentó con miedo ante el rey. Pero este le dijo: “No tengas temor”. Lo tranquilizó y ganó su confianza. Mefi-boset siguió siendo cojo, pero pudo sentarse a la mesa de David en paz, feliz y confiado.
– La gracia suscita la adoración. Mefi-boset estaba maravillado y confundido ante las bondades manifestadas por David. Con el sentimiento profundo de su indignidad, se postró y dijo: “¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?” (2 Samuel 9:8).