«No tengo palabras para explicarle lo que en realidad he buscado en mi vida. Hoy, por cosas del destino, vi en la basura un folleto titulado “Una Carta para usted”, el cual me llamó la atención. Lo recogí por ironía, pero también para saber qué decía en su interior. Y cuánta fue mi sorpresa al detener mis ojos en las palabras: “El fallo condenatorio”. Empecé a leer: “Dios conoce todo el mal que usted ha cometido; y no solo tiene en cuenta los hechos; sino también los pensamientos pecaminosos. A causa de todos sus pecados usted ha sido condenado a la cárcel”. A medida que iba leyendo, mis ojos se llenaban de lágrimas y de un temor que no podía descifrar, porque todo lo que este librito dice es verdad.
Hoy, en medio de las cuatro paredes de esta prisión, he analizado mi vida y he llegado a esta conclusión: nunca he hecho el bien a nadie. Hoy me he armado de valor y le escribo esta carta con lágrimas en mis ojos, y a la vez con temor, para hacerle esta pregunta: ¿Perdonaría Dios al más grande pecador? Pues yo me considero este pecador… ¿Puedo alcanzar el perdón de Dios? He sido procesado por cometer fraude, y por este delito he perdido amistades, amigos, todo… Y le confieso que he estado a un paso de quitarme la vida…».
2 Reyes 21 – 1 Timoteo 3 – Salmo 73:10-20 – Proverbios 17:23-24