En nuestro mundo actual es muy importante llamar la atención de nuestros hijos sobre las señales de la existencia, del poder y del amor de Dios. Así les ayudamos a abrir su inteligencia y su sensibilidad a la relación que existe entre la naturaleza y el Creador.
Un niño que no ha tenido la oportunidad de maravillarse ante la grandeza del Todopoderoso, ante la belleza y la realidad de su creación, tendrá una concepción falsa de Dios, y una visión reducida y limitada de las cosas. Por ello debemos aprovechar cada oportunidad para hablar a nuestros hijos de la gloria de Dios. Ante un arco iris o frente a las poderosas olas del mar, e incluso ante un cielo lleno de estrellas, les ayudamos a tomar consciencia de que alguien infinitamente más grande que ellos creó el universo, y que ese Creador “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3).
Nuestros hijos necesitan maravillarse ante la creación, y este puede ser el primer encuentro objetivo con Dios. Aprovechemos este momento para enseñarles a ver más allá de lo visible, a ver a Dios, infinito y eterno.
Llevémoslos a tomar conciencia de la presencia del Dios Creador Todopoderoso, mostrémosles la fuente del verdadero y eterno gozo. Y cuando les hablamos de las respuestas a nuestras oraciones, tienen la prueba de que el Señor también está muy presente en nuestra vida. Les ayudamos a comprender que el Señor está cerca de ellos y que, incluso en las dificultades, está listo para manifestarles su presencia y su gracia.
1 Reyes 7:1-22 – Marcos 9:1-29 – Salmo 55:1-7 – Proverbios 15:3-4