“Soy una joven argelina, de la región de Cabilia, orgullosa de mi hermoso país. Mis padres son ejemplares, y siempre me consintieron. Al crecer empecé a hacerme preguntas sobre el universo: ¿Cómo y por quién fue creado? ¿Cuál es el poder misterioso que lo rige?
En mi época de estudiante vivía en la ciudad universitaria, pero me sentía mal con respecto al comportamiento de algunas compañeras. Sus objetivos eran muy diferentes a los míos, y me preguntaba si vivían según su fe musulmana.
Durante ese periodo de reflexión y observación, conocí a una estudiante cristiana que se hizo amiga mía. Me ofreció el evangelio de Lucas en el que descubrí a Jesús, quien consagró su vida a curar a los enfermos, a liberar a las personas oprimidas por los malos espíritus… y quien murió por los rebeldes. Tras este descubrimiento empecé a orar al Dios de los cristianos. Al leer la Biblia, mi fe crecía cada vez más, a medida que descubría la persona de Jesús en su humildad y su poder.
Dios es mi fuerza. Me ayuda a superar mis debilidades y desánimos. Cada día da abundante y gratuitamente el gozo a sus hijos, a los que creen en su Hijo Jesús, a quien envió para salvarnos del juicio mediante la fe en él”.
Deuteronomio 17 – Juan 11:1-16 – Salmo 119:25-32 – Proverbios 26:1-2