Sin reflexionar bien, un médico preguntó a una paciente de edad avanzada: “¿Cómo están sus padres?”. Ella respondió, con cierta ironía: “¡Ahora mucho mejor, pues ya murieron!”.
Para muchos no hay duda: “Después es mejor”. Los que ven partir a un ser querido que estaba sufriendo mucho, se consuelan así: “Dejó de sufrir. Es mejor para él”.
Jesús vino del cielo a la tierra (Juan 3:11-13). ¿Quién, mejor que él, puede hablarnos de este tema esencial? Sin embargo, varias veces hizo alusión a un lugar de tormento (Mateo 22:13; 25:46). Presentó la parábola del rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), explicando que no todos tienen el mismo destino después de la muerte. El rico, atormentado en el lugar de los muertos, suplicó que alguien fuese a sus hermanos para advertirles. Pero la respuesta fue contundente: tienen la Palabra de Dios (en aquella época Moisés y los profetas). ¡Esto debía bastarles!
Hoy tenemos la Palabra de Dios, plenamente suficiente. ¿Qué dice?
“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero también dice: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
“Estar con Cristo, lo cual es
Deuteronomio 18 – Juan 11:17-37 – Salmo 119:33-40 – Proverbios 26:3-4