Queremos abordar, a la luz de la Biblia, el tema del matrimonio, a menudo debatido. Recordemos que el autor de este Libro no es nada menos que el Creador. Primero Dios creó el universo, luego llenó la tierra con todas las especies vivas, y por último confió al ser humano, creado el sexto día, hombre y mujer, la administración de estas cosas.
Así Dios en su sabiduría y su amor creó al hombre, constató que no era bueno que el hombre estuviese solo, y le dio una “ayuda idónea”, la mujer (Génesis 2:18). Una traducción más literal de la expresión empleada en el texto original hebreo podría ser: “una ayuda conforme a él (a su necesidad)”; esta expresión manifiesta que las dos personas que componen la pareja son de naturaleza idéntica y perfectamente adaptadas la una a la otra, complementarias.
Desde el origen, y en todo tiempo, la intención de Dios cuando hace nacer el amor entre un hombre y una mujer es que vivan una felicidad íntima, en una comunión espiritual, afectiva y física.
Esto también se desprende del texto bíblico base del matrimonio: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
En el marco de esta unión, declarada públicamente de manera civil o religiosa (según los países y las épocas), Dios siempre quiso bendecir las parejas y las familias que forman la base de las sociedades.
Levítico 10 – Romanos 7 – Salmo 65:5-8 – Proverbios 16:11-12