La Buena Semilla: Sábado 1 Julio
Sábado
1
Julio
Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.
Proverbios 25:28
Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia.
2 Pedro 1:5-6
El fruto del Espíritu (10)
El dominio propio

Los primeros caracteres del fruto del Espíritu: amor, gozo y paz dirigen nuestros pensamientos hacia Dios. La paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y la templanza están más relacionadas con nuestro prójimo. El dominio propio es una fuerza interior, producida por el Espíritu Santo, que nos permite vivir con sabiduría y moderación. Necesitamos esta energía espiritual dada por Dios a fin de ser “sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Romanos 16:19).

El dominio propio es útil para el creyente en todas las circunstancias de su vida, por ejemplo, para no abusar de la comida, la bebida, los placeres, etc. Pero también es esa fuerza espiritual que le permite no ceder a todo lo que pueda empañar su testimonio, como un mal carácter, pasiones difíciles de controlar… En su vida cotidiana, el dominio propio, fruto de la nueva vida que ha recibido de Cristo, le permitirá evitar muchas trampas tendidas por la raíz de pecado que aún está en él.

El dominio propio también ayuda a encontrar la verdadera armonía, según Dios, entre las expectativas del cuerpo y las del alma. «¿Quieres que tu cuerpo obedezca a tu espíritu? Entonces deja que tu mente obedezca a Dios», escribió un creyente del siglo cuarto. Un sano dominio propio se somete a la autoridad de Cristo en cada circunstancia de la vida. Enmarca y protege la vida del cristiano: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25).

Daniel 4:1-18 – 1 Juan 2:18-29 – Salmo 78:21-31 – Proverbios 18:13