La Buena Semilla: Miércoles 24 Mayo
Miércoles
24
Mayo
Como reconoce su rebaño el pastor… así reconoceré mis ovejas… Yo les daré aprisco, dice el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil.
Ezequiel 34:12-16
El Pastor de las ovejas

En el Antiguo Testamento a menudo Dios, al igual que el Señor Jesús en el Nuevo Testamento, se presenta como el Pastor de las ovejas. Esta imagen familiar ilustra bien cómo Dios se ocupa de los suyos. Vela sobre ellos, los protege y los guarda. Los conduce cuando van por lugares peligrosos, cura sus heridas, los alimenta y los pone a salvo de los peligros. Los que se han sentido como ovejas en sus manos dan un testimonio claro de su fidelidad y bondad.

Jacob el patriarca, quien sabía lo que era ser pastor de ovejas, al final de su vida habló del Dios que fue su pastor (Génesis 48:15, V. M.). Era muy consciente de que no siempre había sido una oveja dócil, pero Dios siempre había sido un fiel pastor para él. El rey David, que también había sido pastor, pudo dar testimonio de su confianza, afirmando en el Salmo 23: “El Señor es mi pastor; nada me faltará” (Salmo 23:1).

En el Nuevo Testamento Jesús toma este título para hacernos comprender hasta dónde llega su amor por nosotros: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11). Nadie tiene mayor amor que él (cap. 15:13). El resultado es una relación personal del buen pastor con sus ovejas: las conoce por su nombre, ellas reconocen su voz y lo escuchan. Él las ama. Dio su vida por ellas; nadie podrá arrebatarlas de su mano. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (cap. 10:27-28).

1 Reyes 19 – Romanos 2 – Salmo 62:9-12 – Proverbios 16:1-2