Esta es una esperanza muy segura para todos los que creen en Cristo. Poco antes de su muerte, el Señor dirigió a sus desconsolados discípulos palabras para alentarlos. No dijo: «Ahora voy al cielo, vosotros moriréis, y después de esto os reuniréis conmigo». Más bien dijo: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo” (Juan 14:3).

Así, el Señor Jesús dejó este mundo y se fue a preparar un lugar en la casa del Padre. Se fue antes que los suyos, como un anfitrión que se organiza para llegar a casa antes que sus invitados. La Biblia nos da pocos detalles acerca del cielo, pero nos dice que es una morada de felicidad en la presencia del Señor. Él mismo desea tener a los suyos junto a él para gozarse con ellos.

Hace mucho tiempo que el Señor hizo la promesa de su venida para llevarnos al cielo. Desde entonces, muchos creyentes murieron en Cristo. La Escritura dice que duermen, que se han ausentado del cuerpo para “estar… presentes al Señor” (2 Corintios 5:8). Pero cuando el Señor Jesucristo regrese, “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al sonar la última trompeta, los muertos en Cristo resucitarán primero”.

En cuanto a los creyentes que aún estemos vivos en ese momento: “los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17).

En este momento el Señor nos llevará a la casa del Padre. Será el triunfo definitivo de Cristo sobre la muerte, victoria que todos los que somos suyos compartiremos con él.