Para Saulo de Tarso la situación era clara: los que hablaban de Jesús formaban una secta peligrosa. Había que detenerlos, aunque fuese con violencia. Saulo pensó que había encontrado la solución, pero no había previsto un punto muy importante: Jesús estaba vivo. Saulo había oído a Esteban, el primer mártir, afirmar que veía a Jesús en el cielo, pero no había comprendido y seguía persiguiendo a los cristianos.
Un día, cuando iba camino a Damasco para arrestar a los cristianos, repentinamente se vio rodeado por un resplandor de luz del cielo, y cayó a tierra. Entonces una voz lo interpeló: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. En ese instante comprendió y aceptó que Jesús estaba vivo y que era el Señor (ver Hechos 25:19). ¡Toda su vida fue transformada inmediatamente!
Sin tardar anunció que Jesús era el Mesías anunciado por los profetas, el Hijo de Dios. Luego, progresivamente, se apropió el mensaje cristiano y, sobre todo, comprendió que Jesús había muerto para llevar sus pecados.
Amigo lector, ¿está convencido de que Jesús vive? Él no le ha hablado directamente, como a Pablo, pero le interpela mediante este mensaje bíblico. Lo que vivió Saulo, quien se convirtió en el apóstol Pablo, está escrito en la Biblia, para que usted aprenda de su experiencia y crea. ¿Qué hizo Saulo? Oró al Señor. Esto es lo que usted puede hacer, y así, teniendo un encuentro con el Salvador, nacerá a la fe. Luego su voz se añadirá a la de los testigos de Jesús.
1 Reyes 8:31-66 – Marcos 10:32-52 – Salmo 56:1-7 – Proverbios 15:9-10