Después de la revocación del Edicto de Nantes * en el año 1685, los protestantes fueron perseguidos y sus reuniones prohibidas. Pero ellos se reunían secretamente en los bosques, por la noche, confiados en la promesa hecha por Jesús a sus discípulos: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Como hermanos y hermanas, se reunían en torno a Cristo, su Salvador muerto y resucitado.
Una joven que iba a esas reuniones fue detenida por un soldado del rey: -¿A dónde vas tan tarde? La joven temía que, al decir la verdad, provocaría numerosos arrestos. Sin embargo, no quería mentir. – Mi hermano murió, respondió ella sin vacilar. Tenemos una reunión familiar y vamos a leer su testamento.
Ella pudo continuar su camino, pero a su regreso fue detenida nuevamente por el mismo soldado.
– Entonces, ¿tu hermano fue generoso contigo?
– Sí, me dio todo.
El Nuevo Testamento (segunda parte de la Biblia) leído en esa reunión le recordó que el Hijo de Dios vino a la tierra y dio su vida por ella. La joven creía esta buena noticia y se había convertido en una hija de Dios, según la promesa hecha al comienzo del evangelio de Juan: “A todos los que le recibieron (a Jesús como Salvador), a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Y si somos hijos de Dios, también somos… herederos de Dios y coherederos con Cristo.
* El Edicto de Nantes firmado en 1598 autorizaba la libertad de conciencia y de culto en Francia.
Números 28 – Lucas 6:20-49 – Salmo 85:1-7 – Proverbios 19:20-21