Según la Biblia, la ciudad de Sodoma está situada al sur del mar Muerto, en la actual Jordania. Ciertos investigadores piensan que fue encontrada por el arqueólogo Steven Collins y su equipo, en el sur del valle del Jordán.
El versículo del día nos recuerda la destrucción total de Sodoma y de las ciudades vecinas, debido a la inmoralidad de sus habitantes. Para todos, era la prueba evidente de que Dios juzga el mal cuando este ha llegado a su colmo. Pero, el descubrimiento de una ciudad arqueológica, que confirma lo que la Biblia declara, ¿lleva a los hombres a creer? Los burladores, por ejemplo, “ignoran voluntariamente” la realidad del diluvio (2 Pedro 3:5) y buscan pruebas arqueológicas, pero no están dispuestos a aceptarlas.
Como Tomás el discípulo, hoy muchas personas se niegan a creer algo cuya prueba material no tienen ante sus ojos. Pero “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Creer la palabra a alguien es manifestarle nuestra confianza. Creer lo que Dios dice en la Biblia es honrarlo, y Dios alaba esta fe, librando al creyente de su culpabilidad y revelándose a él.
Cristianos, no tratemos de reforzar nuestra fe por medio de los progresos arqueológicos: la ciencia es el ámbito de los hombres, a quienes Dios dio una gran inteligencia. La fe es el dominio de Dios, quien no necesita más que su Palabra para ser creído y conocido.
Números 21 – Lucas 2:21-52 – Salmo 81:11-16 – Proverbios 19:7-8