Un creyente nos cuenta la historia de uno de sus vecinos, a quien con frecuencia había hablado de la fe en Jesucristo.
Durante una excursión a los Alpes, la capa de hielo sobre la cual caminaba cedió bajo su peso, y casi se ahoga en un lago. En otra ocasión, su velero se volcó durante una tempestad, y fue rescatado por los socorristas en el mar. A sus cuarenta años fue sanado de una leucemia, y Dios le concedió todavía 15 años más de vida. Para terminar, una noche, en medio de una tormenta, un árbol cayó sobre su auto y él murió en el instante.
Este hombre era simpático. Conocía la Biblia, pero aparentemente nunca había sentido la necesidad de un Salvador.
Sin embargo, ¿había prestado atención a las múltiples advertencias de Dios? Su vida terminó bruscamente, ¡entró en la eternidad en un instante! Solo Dios sabe si se reconoció pecador y si recibió el perdón y la vida eterna por la fe en el Señor Jesús.
“En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende… Entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo, para quitar al hombre de su obra, y apartar del varón la soberbia. Detendrá su alma del sepulcro, y su vida de que perezca a espada… Todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes” (Job 33:14, 16-18, 29-30).
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4).
Números 19 – Lucas 1:57-80 – Salmo 80:8-19 – Proverbios 19:3-4