La Buena Semilla: Domingo 9 Enero
Domingo
9
Enero
Así dijo el Señor, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy el Señor, y no hay otro.
Isaías 45:18
Tomar conciencia

Yo era creyente en el sentido de que estaba convencido de que hay una causa suprema a todas las cosas. Por lo tanto, creía en el Creador; pero quizás influenciado por las ideas que estaban de moda, tenía la tendencia a considerar a Dios como un poder inicial que simplemente había puesto en marcha todo.

Sin embargo, un día este pensamiento me paralizó: cuando construyo algo siempre es con un objetivo, con un proyecto en mente, que precede a la realización. ¡Lo mismo sucede con el Creador! ¡Desde el principio él tenía un inmenso proyecto, y el objetivo final era la creación del hombre! Dios pensaba en el hombre incluso antes de emprender toda la obra de la creación.

Entonces tomé conciencia de que esta era la enseñanza de la Biblia. Dios tuvo misericordia de mí para que creyese en él. Él es el Creador, pero también es el que creó todo con un objetivo, según un plan definido. Esto está totalmente fuera de mi alcance, pero cuando acepto la realidad de este hecho, soy conducido a alabar, a adorar y a decir: Señor, ¡qué grande eres! ¡Orienta mi vida según tu plan! Jesús enseñó a sus discípulos a orar así: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Y me doy cuenta de que quiero y debo añadir: “¡y en mi propia vida!”.

Este proyecto de Dios abarca un momento único en la historia: el momento en que Jesucristo pasó a ser nuestro Salvador: “Fuisteis rescatados… con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo” (1 Pedro 1:18-20).

Henri

Génesis 10-11 – Mateo 7:7-29 – Salmo 6 – Proverbios 2:16-22