Dios hizo el universo y todas las cosas que en él hay. Él da a todos la vida y el aliento. Creó a los hombres con la riqueza de sus diferencias para poblar la tierra. Dios se interesa en cada uno personalmente, mucho más aún que los padres en sus hijos.
Sin embargo, quizá nosotros no tratamos de conocer verdaderamente los pensamientos de nuestro Creador, ni de pedir su ayuda para un mundo sumergido en sus problemas. Preferimos ignorarlo y vivir sin él…
Pero Dios el Creador también es el Dios Salvador. Éramos incapaces de volver a él después de habernos alejado por nuestra desobediencia. Entonces él envió a su Hijo Jesús a la tierra para restablecer una relación con nosotros. “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10). Así, por amor a nosotros, Jesucristo dio su vida por todos los que se reconocen culpables y van a él para ser perdonados. Él dio su vida por todos los que aceptan esta oferta de gracia y de amor.
Escuchemos al Dios de amor que nos habla desde los cielos. Aún hoy nos dice: “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno” (Isaías 55:3). Amigo lector, es tiempo, aún en este instante, de aceptar la gracia de Dios, de agradecerle con todo el corazón por el don de Jesucristo, y de confiarle su destino desde ahora. ¿Lo hará usted?
Jeremías 8 – Lucas 14 – Salmo 90:7-12 – Proverbios 20:23-24