En la cárcel, como en cualquier otra parte, experimentar el consuelo de compañeros o amigos cristianos, y luego quedarse solo, como abandonado, es difícil de soportar.
En nuestra celda, cada mañana empezábamos con la adoración. Un día me acordé de este texto: “… la hora viene… y me dejaréis solo” (Juan 16:32).
Pensé en el significado de este texto… ¿Me quedaré solo contigo, Señor? ¿Me quitarán a mis hermanos y me quedaré solo con Jesús? No, Señor, eso no puede ser. Recordé que una vez me salvaron de la muerte mediante la oración. Compartieron su último trozo de pan y me apoyaron porque yo era el más débil entre ellos.
En mi lucha, oí la voz de Jesús: ¿No soy suficiente para ti? No pude dar una respuesta negativa, así que dije: ¡Señor, tú me bastas!
Después de eso me sentí aliviado, y compartí este pensamiento con mis compañeros de prisión. Unos minutos después, la puerta de la celda se abrió y los policías entraron. Leyeron una lista de los que debían salir de la celda y se los llevaron. Sabía de antemano que no estaba entre ellos. ¡Ya no podía contar con mis compañeros, pero no estaba solo! La presencia de Jesús llenó mi corazón de gozo. Ella es suficiente para todo.
Usted puede estar seguro de que si él le quita algo, lo hace solo para que lo conozca mejor.
1 Crónicas 23 – Lucas 19:1-27 – Salmo 92:5-9 – Proverbios 21:5-6