¿Por qué hay tanta arrogancia, violencia y maldad en el mundo? ¿Por qué tanto desorden, sufrimiento e injusticia? ¿Por qué esta búsqueda frenética del placer momentáneo? ¿Por qué el amor al dinero tiene tanto arraigo en la gente?

A estas preguntas, la Biblia da una respuesta clara: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9).

Los problemas provienen del corazón humano, y no hay remedio. La cultura, la educación, la filosofía, la buena voluntad, las leyes justas y buenas, incluso la religión, no pueden cambiar el corazón de nadie.

Pero hay uno que puede hacerlo, ¡y es Dios! Él no cambia la sociedad, ni las circunstancias de la vida, ni la naturaleza humana, pero quiere dar un corazón nuevo a cada ser humano.

Vio que éramos esclavos del mal, que íbamos camino a la destrucción, sin poder evitarlo. Entonces envió a su Hijo Jesucristo para librarnos de este estado, para tomar nuestra culpa sobre sí mismo y pagar nuestra deuda. Jesús se ofreció en sacrificio y fue herido por Dios en nuestro lugar. Ahora Dios concede un perdón total, definitivo, y la vida eterna a todo el que cree en Jesús.

Reconozcamos que nosotros también somos culpables ante Dios. Vayamos a él sinceramente; él está dispuesto a perdonarnos y a hacernos discípulos de Jesucristo. ¡Por esto comienza el cambio!

“No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17).