Desde su prisión en Roma, el apóstol Pablo envió a Onésimo, un esclavo fugitivo, a su amo Filemón. En su huida, Onésimo se había encontrado con el apóstol y se había convertido a Jesucristo. Pablo le pidió que volviera a su amo llevando una carta en la cual invitaba a Filemón a recibir a su esclavo con benevolencia. Pablo escribió: “Quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo”. Huir de su amo dio la oportunidad a este esclavo de convertirse al Señor, y también permitió a Filemón hallar en él a un “hermano amado”. Notemos que, a pesar de ser un apóstol, Pablo no dice: “por eso”, sino que añade un sabio “quizá”. Fue prudente y moderado; no pretendía comprender y explicar todo.
En el mismo sentido Mardoqueo, un creyente judío, se dirigió a su prima Ester, quien llegó a ser reina (del imperio persa) en un momento crítico para su pueblo: “¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14).
Hay hechos cuyo sentido nos parece evidente. Pero seamos prudentes en nuestras afirmaciones. Dios dirige todas las circunstancias, pero sus razones no siempre están a nuestro alcance; algunas se nos escapan. Oremos para comprender lo que Dios quiere decirnos. No juzguemos, especialmente cuando se trata de los demás. Confiemos, sobre todo, en el amor de Dios.
“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano” (Romanos 14:12-13).
Jeremías 6 – Lucas 13:1-17 – Salmo 89:46-52 – Proverbios 20:20-21