«Jesús era mi gran modelo. Por esta razón me había involucrado tanto en las obras sociales al servicio de los más pobres, para tratar de parecerme a él y obtener, si podía, la salvación. Pero a la luz del Evangelio descubrí que iba por mal camino. Antes de ser mi modelo, Jesús debía ser mi Salvador. Comprendí que no podía salvarme a mí mismo mediante muchas buenas obras, sino que debía recibir la salvación como un regalo del Dios de gracia.
Naturalmente, nadie quiere deber todo a la gracia. Siempre nos aferramos a una secreta esperanza de encontrar “un buen fondo” en nosotros mismos, y nuestro orgullo nos impide reconocer que no tenemos nada. La Biblia nos da un mensaje de gracia soberano: solo por medio de la gracia, por medio de la fe, somos hechos justos. Me gozo porque Dios me reveló esta verdad. Deshizo en mí esta creencia profunda y perniciosa de la auto redención».
Éxodo 7 – Hechos 7:1-29 – Salmo 25:16-22 – Proverbios 10:13-14