En nuestros países llamados civilizados vemos que muchas personas son víctimas de desigualdades, de flagrantes injusticias… Banalizar la mentira, la hipocresía, el orgullo, correr tras el dinero, a menudo en detrimento de los pobres es algo muy común en una sociedad que trata de dar buena apariencia. En la Biblia, todo ese mal es llamado pecado; este hunde a la humanidad en gran sufrimiento y amargura. La rebelión, la venganza son el camino por el cual Satanás quiere arrastrar a la humanidad para su destrucción.
Pero Dios, quien nos creó, nos ama. No hay amargura en su corazón, a pesar de todas nuestras ofensas. Él nos propone otro camino: el del amor. Jesús vino a la tierra para dárnoslo a conocer. ¡Nos amó hasta el punto de dar su vida por nosotros, quienes éramos sus enemigos!
Poco antes de ir a la cruz para hacer la paz, dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). Hoy, todo el que acepta dar un paso con Jesucristo sabe que él amó su alma, que llevó en la cruz el castigo que sus pecados merecían. Para Dios, son como echados tras sus espaldas. No se acordará más de ellos, y Jesús da la paz al que confía en él.
Entonces, si usted dio este primer paso con Jesús, está listo para dar el segundo. Jesús nos dice: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:44-45).
1 Samuel 31 – Mateo 23 – Salmo 19:11-14 – Proverbios 7:24-27