El Señor está cerca: Domingo 18 Febrero
Domingo
18
Febrero
Pero tú eres el que me sacó del vientre; el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.
Salmo 22:9-10
Reflexiones sobre el Salmo 22 (1)

Este sorprendente salmo nos da detalles relativos a la Persona de nuestro Señor Jesucristo y su sacrificio, así como de sus glorias presentes y futuras. Cristo vivió una vida de total consagración a Dios y a sus intereses, y uno de los secretos de esto radica en su inquebrantable confianza en Dios. Sin importar las circunstancias, Cristo siempre puso su confianza en Dios. Durante aquellas horas oscuras, él siguió confiando en Dios, quizás más que nunca, incluso cuando Dios apartó su rostro de él (v. 2).

Sus enemigos se burlaron de su confianza en Dios, diciendo: “Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía” (v. 8). Satanás sabía cómo apuntar al centro del asunto, tal como lo hizo durante la tentación en el desierto. Sin embargo, no pudo detener a nuestro Señor en su camino de obediencia. Durante aquellas horas en la cruz, Satanás intentó desesperadamente frustrar la obra de Cristo por medio de estos burladores, quienes provocaron a Jesús con el objetivo de hacerlo desistir de su obra. Sin embargo, a pesar de su debilidad corporal y las terribles presiones que enfrentó durante esta lucha, nuestro Señor Jesucristo continuó poniendo su confianza en Dios. Lo había hecho desde el vientre de su madre, cuando María dio a luz a su primogénito. Dios, el Espíritu Santo, había concebido a Jesús en el vientre de la virgen y, desde entonces, hasta que entregó su espíritu al Padre (Lc. 23:46), nuestro Señor (como Hombre perfecto) se apoyó en él. Así, con el poder del Espíritu Santo (véase He. 9:14), Jesús mismo se entregó como el supremo sacrificio.

Desde su nacimiento, el hombre Cristo Jesús se apoyó en Dios, quien le había dado su confianza. En total dependencia, comunión, obediencia y compromiso el Señor Jesús confesó a Dios como su Dios, y lo honró en cada uno de sus pensamientos, palabras y acciones, especialmente mientras estuvo en aquella vergonzosa cruz.

Alfred E. Bouter