En esta parábola de la Biblia hay una casa que no se derrumbó durante la tormenta, porque estaba fundada sobre la roca. Jesús declara que el que pone la esperanza y busca seguridad en cosas inestables y fugaces, como el dinero, el éxito, la reputación, la prosperidad, construye su vida sobre la arena. Estas cosas no resisten la prueba del tiempo. Por el contrario, el que funda su vida y su esperanza en Dios, no en un dios según nuestra imaginación, sino en el que se revela en la Biblia, la construye sobre la roca.

Las dos casas tienen exteriormente el mismo aspecto, pues no vemos sus cimientos. Pero las inclemencias de la lluvia y el mal tiempo mostrarán su solidez… ¡o su fragilidad!

Esta imagen se aplica bien a los hijos criados en familias cristianas, que han recibido la misma enseñanza bíblica. Lo importante, incluso vital, es qué hará cada uno con ella. No se trata de parecer cristiano, sino de serlo con el corazón. No se trata de participar en una lectura regular de la Biblia, sino de creer la Palabra de Dios y ponerla en práctica.

Jóvenes, ¿están construyendo su vida sobre la arena o sobre la roca? Quizá sepan de memoria el tan conocido versículo de Juan 3:16, pero, ¿pueden decir con convicción: «De tal manera me amó Dios, que dio a su Hijo unigénito por mí? Creo en él, no pereceré jamás, tengo vida eterna».