¿Cómo puede la Biblia, un libro escrito hace tanto tiempo, tener relación con mi vida? ¿Realmente Dios me habla a través de estas palabras dirigidas a otras personas? Al leer la Biblia, ¿puedo escuchar realmente la palabra viva de Dios?
Obviamente, los autores humanos de la Biblia no la escribieron pensando en nosotros, los lectores contemporáneos. Sin embargo, este libro tan antiguo sigue siendo sorprendentemente actual porque Dios mismo inspiró a los autores. Es cierto que podemos permanecer ajenos a su contenido si no entendemos que Dios se dirige a todos los que abren la Biblia. Porque cada uno de nosotros es el destinatario del mensaje bíblico. Dios nos habla a través de lo que está escrito en ella, nos invita a conocerlo. Sí, la Biblia se dirige a mí, personalmente.
Pero a veces la Biblia me habla aún más directamente, como si se intercalara en mi historia y me diera las claves de la misma. En un salmo que leo, en un relato de una conversión, de una oración respondida, de una persona en apuros, puedo ver reflejada mi propia vida. De repente la Biblia me da las palabras que revelan claramente lo que hay en mi interior. Los oyentes de Jesús “entendían que decía contra ellos aquella parábola” (Marcos 12:12).
A menudo la Biblia nos habla para consolarnos, para iluminarnos, otras veces lo hace para reprendernos, para hacernos cambiar, pero siempre para permitirnos conocer mejor a Dios.
2 Crónicas 20 – 1 Corintios 11:23-34 – Salmo 103:13-18 – Proverbios 22:20-21