¡Solo a Dios sea la gloria! Solo Dios merece nuestra alabanza y adoración. Dios, quien nos creó y nos salvó, es glorioso.
Pero los hombres que Dios creó no honraron a su Creador: “No le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos… honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Romanos 1:21, 25).
Sin embargo, nuestro Creador no es un Dios distante; él se reveló, y demostró que nos ama más allá de toda medida, al enviar a su Hijo a la tierra y al castigarlo en nuestro lugar.
¿Cómo podemos honrar a un Dios así?
– Nada ni nadie debe ocupar el lugar de Dios en mi corazón y en mi vida. Esto sería como servir a un ídolo. Ninguna persona, ninguna ocupación favorita y ninguna causa popular son dignas de ser servidas antes que él.
– ¡No soy el centro del mundo! Dios está antes que todo, antes que todos… ¡por consiguiente, antes que yo! Sus pensamientos son los mejores, y sus consejos son los que debo escuchar. Como creyente debo construir mi vida sobre sus enseñanzas, contenidas en la Biblia.
Podemos honrar a nuestro Dios Creador y Salvador teniendo fe en él, dándole el primer lugar, ofreciéndole “sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15). “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
2 Crónicas 18 – 1 Corintios 10 – Salmo 103:1-5 – Proverbios 22:16