En nuestra época, las nociones del bien y del mal se vuelven cada vez más relativas. El cristiano corre el peligro de adoptar las formas de hacer y pensar de nuestra sociedad. Una a una, las referencias morales reconocidas, procedentes de la enseñanza de la Biblia, han sido dejadas de lado por muchos. Los creyentes deben impregnarse de las enseñanzas de la Palabra de Dios y de los ejemplos que ella da, para no dejarse desviar en este sentido.

José, llevado lejos de su padre y vendido por sus hermanos como esclavo, se convirtió en el mayordomo de la casa de su amo Potifar, en Egipto. Este vio que todo lo que José hacía, prosperaba gracias a la bendición del Dios de José. Solo en un país extranjero, lejos de su familia, joven y de buen parecer, José se vio acosado diariamente por la mujer de su amo, la cual quería seducirlo para que se acostara con ella (Génesis 39). ¿Cómo podría escapar de la red que se cerraba sobre él? José huyó lejos de esa mujer, como se huye de una serpiente, pero también como se corre a los pies de Jesús nuestro Salvador, para ser librado y estar a salvo. Huir del mal a fin de seguir el bien con Jesús es la única actitud sabia para salir victorioso. La Biblia nos exhorta a mantenernos puros, y esto aún es posible hoy. Recordemos el secreto de José: huir.

¡Huye! Apliquémoslo a todos los pensamientos, lecturas, canciones, vídeos, amistades dudosas… que quieran hacernos caer en la tentación.

¡Seguir lo que es correcto! Pidamos a Dios cada día que nos ayude a hacerlo, y leamos su Palabra.