En su cuadro «Cristo en la tormenta», Rembrandt (famoso pintor holandés 1606-1669) ilustra la historia del capítulo 4 de Marcos. Mientras los discípulos luchan contra el viento y las olas, tratando de evitar el naufragio, Jesús duerme. En este cuadro hay un detalle sorprendente: no hay doce discípulos a bordo, sino trece. Según los especialistas, el decimotercero es el mismo pintor; es como si quisiera identificarse con ellos.
Ese día los discípulos entendieron que Jesús era mucho más que un líder religioso; comprendieron que era el Creador, porque el viento y el mar le obedecieron. Esta experiencia les permitió conocer mejor a su Maestro.
Nadie elige tener una tormenta en su vida, pero si pasamos por una, siempre podemos imitar a los discípulos y recurrir al Señor Jesús, como lo sugiere Rembrandt.
En efecto, cuando pasamos por grandes dificultades, a veces pensamos que nuestro Señor está «en otra parte», que no se preocupa por nosotros. Pero no es así. Él está cerca de nosotros, ¡podemos clamar a él! Confiemos en él. Quizá no responda en el momento que hubiéramos esperado… ¡pero nos ama y no duerme! ¡Responderá en el momento oportuno!
Nos cuesta tanto creer en sus promesas, pues confiamos más en nuestras capacidades y esfuerzos… Sin embargo, en la calma y la tranquilidad estará nuestra fuerza, y la confianza en su fidelidad será nuestra paz.
2 Crónicas 8 – 1 Corintios 1 – Salmo 98:4-9 – Proverbios 21:31