«El gran misterio revelado en las Sagradas Escrituras es Jesucristo -Dios manifestado en carne-. El misterio de la doctrina de Cristo es la gracia adquirida por él, destinada, ofrecida y otorgada a pobres pecadores. La obra más maravillosa de Dios en el mundo es la fe. Tan pronto usted la mezcla con su propia justicia, es una obra desfigurada sobre la cual el Salvador no se digna echar la menor mirada.
¿Desea usted acudir a Jesucristo por la fe? Deje atrás toda su justicia propia y llévele únicamente sus pecados y su miseria.
Estas palabras son duras. Sí, lo repito, es necesario que usted abandone toda su supuesta santidad, sus virtudes, sus buenas obras, sus actos de humillación, y que presente al Señor solo sus defectos y su desgracia. Sin esto, él no es la persona que usted necesita, y usted tampoco le conviene. Él es el mediador y Salvador que solo espera que usted se reconozca un pobre pecador perdido.
Para reconocer a Jesús como su Salvador, es necesario hallar toda su justicia en él».
“Estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:30-31).
2 Crónicas 3-4 – Lucas 22:47-71 – Salmo 96:1-6 – Proverbios 21:21-22