Voltaire escribió: «La duda es un estado moral desagradable, pero la certeza es ridícula». Hoy en día, cada vez más, toda certeza se considera anticuada o infantil. La incertidumbre parece lo único razonable, e incluso nos acostumbramos a ella. Nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras relaciones, la sociedad en la que vivimos, todo puede cambiar a una velocidad fenomenal. El mundo, tal como lo vemos, pasa rápidamente (1 Corintios 7:31).
Sin embargo, algunas cosas son estables: el sistema solar, las estrellas… Aún más, Dios ha hablado a la humanidad, tenemos en nuestras manos la Biblia, cuyos primeros textos tienen más de 3500 años. Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). La Biblia nos da certezas:
– La de ser salvo: “Palabra fiel… que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo 1:15).
– La de tener vida eterna: “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él” (2 Timoteo 2:11).
– La de estar con Cristo en la gloria: tenemos esta esperanza “como segura y firme ancla del alma” (Hebreos 6:19).
– La del juicio: Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31).
¿Usted busca certezas? Vaya a Jesucristo, él “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).
1 Crónicas 26 – Lucas 20:27-47 – Salmo 94:1-7 – Proverbios 21:11-12