Soy cristiano y leo comentarios que explican la Biblia. Escucho predicaciones, oigo sermones en internet. Pero, ¿leo la Biblia? ¿Estoy preparado para escuchar lo que Dios quiere decirme directamente por medio de su Palabra?
Confío en lo que el predicador dice en las reuniones cristianas respecto a Jesús, a la salvación, sobre la iglesia… Pero ¿verifico si esto corresponde a lo que Dios escribió en la Biblia?
Digo «amén» a las oraciones de los demás, pero cuando estoy solo, ¿oro con mis propias palabras dirigiéndome a Dios sin intermediario?
Pido consejo a mis amigos creyentes para que me ayuden a tomar decisiones, pero ¿pido directamente a Dios que me muestre su voluntad?
Escucho los CD de cánticos cristianos y asisto a conciertos de alabanza, pero ¿a veces canto yo mismo a Dios?
Procuro imitar a un líder cristiano que consagró su vida a Jesús, pero ¿escudriño en los evangelios para conocer la vida del Señor? ¿Trato de imitar a Jesús, el modelo perfecto?
Cuento mis penas y sufrimientos a mis familiares y amigos, a los que pueden comprender lo que vivo. Pero, ¿le cuento al Señor lo que siento, mis dolores, mis miedos, mis dudas?
Como yo, quizás usted olvida fácilmente que podemos ir a Jesús sin intermediario. Es un privilegio tener hermanos y hermanas en la fe que puedan orar con nosotros y enseñarnos. Pero comunicarnos directamente con Dios es ir a la fuente, ¡es ir a donde el agua es más pura!
2 Samuel 15 – Hechos 6 – Salmo 25:11-15 – Proverbios 10:11-12