Visitando un pequeño pueblo de Holanda, en la orilla del mar, un cristiano había hablado ampliamente del amor de Dios a un auditorio conformado por personas con poca educación formal. Su lenguaje era un poco complicado, y el público tenía gran dificultad para entender. Cuando él terminó de hablar, un cristiano de edad avanzada, antiguo pescador, tomó la palabra. A menudo este hombre hablaba del amor de Dios a quienes lo rodeaban. Lo llamaban “Juan el muy amado”, aludiendo al apóstol Juan, quien solía llamarse “el discípulo a quien amaba Jesús” (Juan 21:20).
El viejo pescador simplemente dijo: “Si todos los mares del mundo fueran tinta, si el conjunto de los continentes fuera papel para escribir, y si cada ramita fuera una portapluma, todo esto no sería suficiente para describir el amor de Dios”.
Estas pocas palabras impactaron profundamente a un joven oyente, quien llegó a ser un evangelista. Decenas de años más tarde, en el curso de una reunión, retomó las palabras de Juan el muy amado, para explicar el versículo de Juan 3:16. Por medio de este mensaje un cantante de ópera se convirtió al Señor. Luego, impresionado por el amor de Dios, compuso un himno en el cual también retomó la corta predicación del viejo pescador…
La Biblia nos revela cosas maravillosas y profundas. Pero lo hace en un lenguaje sencillo y comprensible. Dios quiere que su amor sea proclamado a todos, sin distinción. “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16). Esta es una frase muy sencilla, al alcance de la comprensión de todos.
Jeremías 39 – 1 Corintios 14:1-19 – Salmo 104:5-13 – Proverbios 22:26-27