Se le cayeron sus llaves, y cuando se agachó para recogerlas, se dio cuenta de que su mano no le respondía. Muy preocupado, fue directamente a consultar al médico. Súbitamente se halló en una cama de hospital, su cuerpo sometido a los exámenes más exhaustivos, su alma a la deriva, su existencia de hombre activo trastornada. Durante sus largas noches de insomnio, la incertidumbre y el miedo lo asaltaban: ¿Cómo voy a hacer con mi trabajo? ¿Será grave? ¿Voy a sanar?
Quizá, como este hombre, usted está enfermo y preocupado por el futuro. ¿Permitiría Dios esta pausa imprevista a fin de darle tiempo para reflexionar, para hacer un balance?
En este periodo difícil, Dios quiere tomar o retomar contacto con usted, y espera una señal de su parte. Cuéntele sus preocupaciones y sus angustias, él desea su bien. Es tiempo de hacerse verdaderas preguntas: ¿Cuál es el objetivo real de su vida? ¿Debe darle una nueva orientación? También es el momento de consultar el Libro de los libros, la Biblia, para saber lo que Dios quiere decirle. Él lo ama, dio a su Hijo para salvarlo del juicio eterno que usted merecía. Jesucristo fue condenado en su lugar. Acéptelo como su Salvador y Señor.
Y a usted que lo ha olvidado durante algún tiempo, él le dice: “No haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo” (Jeremías 3:12).
“Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí” (Isaías 44:22).
Jeremías 25 – Lucas 24:36-53 – Salmo 98:1-3 – Proverbios 21:29-30