La Buena Semilla: Sábado 20 Agosto
Sábado
20
Agosto
El águila… excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas.
Deuteronomio 32:11
El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos.
Deuteronomio 33:27
Vosotros visteis… cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
Éxodo 19:4
Primer vuelo

Encaramado en un acantilado a más de 1800 metros de altura, en la soledad de los Alpes austriacos, percibí un nido: allí anida un par de águilas. Son el orgullo y la distracción de un pueblo cercano de la montaña. Observé a través de los binoculares la maniobra de estas grandes aves de rapiña.

Esa mañana parecía reinar una gran agitación en el nido donde pude distinguir claramente dos jóvenes aguiluchos. Sus padres los empujaron lentamente fuera del nido, y ellos terminaron por caer como piedras, agitando sus pequeñas alas de forma desordenada e ineficaz. Luego los aleteos fueron más regulares y amplios… las crías ya no se caían, ¡volaban! Fue entonces cuando los dos adultos surgieron como relámpagos e interrumpieron esta primera lección ubicándose cada uno bajo un aguilucho para llevarlos al nido sobre su espalda.

Entonces pensé en la manera como, algunas veces, Dios enseña a sus hijos a utilizar las “alas” de la fe. En una situación difícil, si pierden el equilibrio, aprenden a contar con las promesas divinas. Rápidamente descubren que Dios está ahí, por debajo de ellos, desplegando su protección como las alas del águila.

Sí, para el creyente es una experiencia irremplazable contar solo con el Dios invisible. Su objetivo, sacándonos de nuestro acogedor nido, es fortalecer nuestra confianza en su fidelidad y en su amor.

Jeremías 23:21-40 – Lucas 23:26-56 – Salmo 97:1-7 – Proverbios 21:25-26