Patrick quedó tetrapléjico debido a un grave accidente. Después de varios meses de rehabilitación, llegó a lo que sería su nuevo “hogar”: una institución para personas de movilidad reducida. En ese momento solo había una habitación para dos personas, la cual tuvo que compartir con Claudio, un enfermo de miopatía. Patrick era ateo. Claudio era creyente, y a veces un amigo suyo iba a leer con él un texto de la Biblia. Entonces Patrick pedía que su cama fuera movida al pasillo, porque él no quería escuchar nada de la Biblia. Pero un día no hubo quien empujara la cama, y Patrick se vio obligado a escuchar. Fue así como se volvió creyente.
Aproximadamente un año después de su conversión, encontré a Patrick. En seguida me dijo: “¡Te voy a leer dos versículos importantes!”. Entonces puse su Biblia ante él; con un palillo en la boca volteó las páginas y me mostró los dos versículos citados en el encabezamiento. Luego me explicó: “Muchas cosas nos separan: yo era un obrero, y tú un profesional; yo vivía sin Dios, y tú conoces a Jesucristo desde tu infancia. Sin embargo, este texto nos pone en una perfecta igualdad. Incluso no viendo más que el mundo que nos rodea, las estrellas y la naturaleza, podemos comprender que hay un Dios, honrarlo y agradecerle. Aquí no se trata de creer, sino de reflexionar (con nuestra inteligencia humana). Tanto para el sabio más grande como para un niño, la existencia de Dios es evidente. Pero algunos rechazan esta evidencia…”.
¿Usted ya consideró la creación de Dios?
Josué 10:1-21 – Hebreos 10:19-39 – Salmo 130 – Proverbios 28:7-8